La tradición del conejo de Pascua se originó en la cultura germánica en el siglo XVIII. En la mitología germánica, se creía que la diosa de la fertilidad Eostre tenía un animal sagrado, que era un conejo. Durante la celebración de la fiesta de Eostre, que coincidía con la primavera, se hacían ofrendas a la diosa y se utilizaba la imagen del conejo como un símbolo de la fertilidad y la renovación.

Cuando los inmigrantes alemanes llevaron sus tradiciones a América del Norte, la imagen del conejo de Pascua se popularizó como un símbolo de la primavera y la renovación. Con el tiempo, se comenzó a asociar al conejo de Pascua con la entrega de huevos de Pascua, que representan la vida y la renovación. Por lo tanto, el conejo de Pascua se convirtió en una figura popular de la celebración de la Pascua en muchas culturas occidentales.

La tradición de los huevos de Pascua también tiene raíces antiguas, que se remontan a las culturas paganas que celebraban el equinoccio de primavera y el inicio de la temporada de siembra. Los huevos, que simbolizan la fertilidad y la vida, se pintaban y decoraban como ofrendas para los dioses de la fertilidad.

Cuando la celebración de la Pascua fue adoptada por la iglesia cristiana, la tradición de los huevos de Pascua se adaptó para incluir un significado religioso. Los huevos de Pascua se convirtieron en un símbolo de la tumba vacía de Jesús después de su resurrección, y se cree que su forma simboliza la piedra que sellaba la entrada de la tumba.

En muchos países, la tradición de los huevos de Pascua ha evolucionado para incluir la elaboración de huevos de chocolate, que se entregan como regalos durante la temporada de Pascua. Además de los huevos de chocolate, también hay otras golosinas y alimentos tradicionales asociados con la Pascua en diferentes culturas, como el pan dulce, los conejos de chocolate y las galletas con forma de huevo.